Amar es para siempre cumple este martes, 1 de diciembre, 2.000 tardes ininterrumpidas en las sobremesas de Antena 3. La serie, que saltó en 2013 a la cadena desde TVE, se encuentra metida de lleno en su novena temporada después de siete años de historias y de cientos de actores que han pasado por la ficción. Sin embargo, hay quienes siempre estuvieron allí: Pelayo, Marcelino y Manolita, los dueños del mítico Asturiano que ha presidido desde el principio la emblemática Plaza de los Frutos.
"No es sólo un número, es toda una vida. Yo, en estos 2.000 capítulos, no sólo he tenido la enorme fortuna de interpretar un personaje tan querido como Manolita, que es un símbolo de la mujer española de la posguerra, sino que he sido madre de dos niños; he conocido da grandes actores y actrices, que me han enseñado muchísimo, y a gente joven que me transmitían sus ganas y su ilusión por este oficio", valora Itizar Miranda, actriz que da vida a Manolita, en palabras a ECOTEUVE.ES.
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La intérprete, que lleva quince años dando vida al mismo personaje, hace balance de su paso por la ficción desde su nacimiento en La 1 con Amar en tiempos revueltos. "Los actores tenemos una profesión muy intermitente y esto nos da una estabilidad brutal", empieza reconociendo antes de negar que se sienta encasillada. "No soy esclava de Manolita, ella me ha dado un lugar en esta profesión", valora.
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Miranda hace un repaso a la evolución de Manolita en la ficción, imagina el futuro del personaje y desvela algunas de las claves de los próximos episodios. ¿Volverá a investigar lo que le pasó a Marisol antes de morir? "Se tiene que saber. Manolita lo ha dejado de momento, porque estaba viendo que estaba perdiendo la cabeza. [...] Pero, a partir de ahora, van a pasar cosas que van a afectarle a Manolita y la vida le va a poner unas pistas que no va a poder dejar de seguir. Aunque toma una decisión por una cuestión familiar, al ver que se estaba desbordando, la vida se lo va a colocar y va a ser una explosión semanal de acontecimientos", avanza, definiendo esos capítulos como "apoteósicos".
2.000 episodios de Amar es para siempre. ¿Qué le viene a la cabeza cuando se encuentra con esta cifra?
Agradecimiento y mucha emoción. No es sólo un número, es toda una vida. Yo, en estos 2.000 capítulos, no sólo he tenido la enorme fortuna de interpretar un personaje tan querido como Manolita, que es un símbolo de la mujer española de la posguerra, sino que he sido madre de dos niños; he conocido da grandes actores y actrices, que me han enseñado muchísimo, y a gente joven que me transmitían sus ganas y su ilusión por este oficio. Le doy las gracias a la productora [Diagonal TV] y a Antena 3 por su confianza y por hacerme sentir parte de una familia. La gente lo dice mucho, pero yo he estado en muchas series y esa sensación que se tiene en Amar no se tiene en ningún sitio. Quizá por todo el tiempo que llevamos trabajando juntos.
En su caso, son casi 4.000 ya, sumados a los que hizo en TVE con Amar en tiempos revueltos. ¿Cómo se vive como actriz interpretar durante tanto tiempo al mismo personaje?
Es un privilegio. Los actores tenemos una profesión muy intermitente y esto nos da una estabilidad brutal. También ha sido una escuela para mí y yo sigo aprendiendo cada día. Los guionistas no dejan de ofrecerme retos y, cada año, no dejan que me acomode, algo que les agradezco muchísimo. Hacen que mi cabeza y mi cuerpo quieran seguir estando ahí interpretando a mi personaje.
Imanol Arias confesó hace poco que, al final, ha sido esclavo de Antonio Alcántara. ¿Le ha pasado lo mismo con Manolita?
Para nada, todo lo contrario. Manolita me ha dado muchísima libertad, muchísimas alas, y me ha ofrecido muchísimos trabajos que poco tienen que ver con Manolita. Es algo que puede sorprender, porque igual es más normal que pase lo que dice Imanol. Pero a mí no me ha pasado para nada. Desde que estoy en Amar no han parado de ofrecerme trabajos, tanto en el teatro, como en el cine, o la televisión. Acabo de hacer El Último Show, que se puede ver en HBO, con un personaje distinto al de Manolita.
A mí Manolita sólo me ha dado regalos y me ha dado un lugar en esta profesión que me gusta pensar que es más de hormiguita. Esos son los actores que admiro, gente como Julieta Serrano o Miguel Rellán, gente que no ha parado de trabajar y de hacer millones de personajes, aunque no estén en la Gran Vía presentando una película como protagonistas. Esto es una carrera de fondo y Manolita me la está dando.
No se puede decir entonces se haya encasillado...
Ni siquiera Manolita está encasillada. Manolita ha pasado por mil sitios, empezó la serie teniendo 18 años y ahora tiene 58. Es un personaje que ha evolucionado con la edad. Empezó siendo una chica de pueblo enamorada de un tabernero de Madrid y, desde ahí, todo lo que nos ha pasado hasta que ahora tenemos 8 hijos y se me acaba de morir una, aparentemente, por una sobredosis en el Chueca de los años 80. Por eso, Manolita no está encasillada y tampoco me está encasillando a mí.
¿En algún momento pensó en tirar la toalla?
Nunca, siempre he estado al pie del cañón y lo seguiré estando. Amar es parte de mi vida. Me han dejado ser madre dos veces. Ni siquiera yo lo he tenido que decir. Yo tenía ganas de ser madre y en todo momento me dijeron que ni lo dudasen. Me dijeron: "Hazlo, que no sea por nosotros. Nosotros te vamos a cuidar y te vamos a apoyar". Y toda la ayuda que yo he recibido por parte de la productora y de la cadena ha sido ejemplar. No lo han hecho solo por ser yo, que llevo muchos años en la serie, lo han hecho también con otras actrices que entraban nuevas y a las que les han cambiado el personaje para adaptarse su circunstancia. También me han dejado hacer cine, me han dejado hacer teatro, me han dejado hacer mi colección de cuentos... Siempre están a favor de que hagamos muchas cosas y eso hace que no nos cansemos de estar ahí.

¿Cómo es compartir durante tantos años 'matrimonio' con Manu Baqueiro [Marcelino]? ¿Cómo es su relación con él y con José Antonio Sayagués [Pelayo]?
Son mi familia. Tenemos una relación de familia y, para mí, Sayagués es como un padre. Sayagués es un hombre con una generosidad y una calidad humana especial, es un referente moral y cuando tengo que preguntarle algo importante a alguien sobre mi vida, él está entre las personas a las que pido consejo. Y Manu también, él es como un hermano y hemos vivido muchas cosas juntos, alegrías y cosas dolorosas. Somos familia, sin duda.
Siempre se habla de las gestas de Cuéntame, cuyas cifras son muy sorprendentes, pero Amar al ser una serie diaria, parece que provoca menos impacto. ¿Están infravaloradas las series diarias?
Nosotros hemos recibido muchos premios aquí y en otros países. Pero sí que creo que estamos infravaloradas, porque hay un trabajo muy digno, que se hace de manera muy rápida, pero con mucha profesionalidad. No creo que el público lo infravalore y más ahora, que ha perdido sentido eso del 'prime time' con la entrada de las plataformas. Nuestra serie la pueden ver a cualquier hora, incluso en el prime time. Ya las cadenas no deciden eso, lo decide el espectador.
Aún así, para mí, hay una cosa muy bonita de estar ahí a esa hora cada día: entramos en las casas en una hora muy íntima, que es la hora de la siesta. A esa hora a nadie se le ocurre llamar a nadie por teléfono y en ese momento en el que nadie te molesta, entramos nosotros. Es un momento muy íntimo y muy familiar y es lo que ha hecho que el público nos trate con un cariño y una familiaridad que, en estos tiempos tan tecnológicos, nosotros nos sintamos totalmente afortunados. Al final, nos hemos convertido en una tradición española.

Esta temporada arrancó de forma abrupta con la muerte de Marisol y, hace unos días, su personaje decidía dejar de investigar el caso. ¿Volverá a retomarlo Manolita? ¿Sabremos realmente qué le pasó a Marisol?
Hombre, claro que se tiene que saber. Manolita lo ha dejado de momento, porque estaba viendo que estaba perdiendo la cabeza. Esta temporada, y mira que llevo años haciendo Amar, es... impresionante. Es apoteósica. Cuando leo los guiones, digo: "¡Estoy enganchada a esta serie!" (Risas). Hasta ahora, hemos visto a una Manolita empeñada en saber por qué murió su hija, porque siente que si no, no va a poder descansar y su hija tampoco. Pero, a partir de ahora, van a pasar cosas que van a afectarle a Manolita y la vida le va a poner unas pistas que no va a poder dejar de seguir. Aunque toma una decisión por una cuestión familiar, al ver que se estaba desbordando, la vida se lo va a colocar y va a ser una explosión semanal de acontecimientos. El público va a alucinar. Yo estoy alucinando, y eso que sabía por donde iban a ir los tiros.
¿Cree que la serie tiene cuerda para rato o piensa que es mejor darle un final digno antes de que se pueda resentir la audiencia?
Esta pregunta me la hicieron también hace quince años y ya llevamos dieciséis. Esto es como la siesta. ¿Tú te cansas de dormir la siesta? Yo no. Y Amar tiene a una serie de personajes que son parte de nuestra familia y nos acompañan. Para mí, son infinitos y la serie puede ser interminable. Esto es una decisión al final de guion. Cuando ellos o la cadena se cansen de nosotros, llegará. Pero ni nosotros, ni el público, nos vamos a cansar nunca. Formamos parte de un imaginario colectivo. Eso es muy interesante y muy bonito.
La hemos visto en Luimelia. ¿Le ha sorprendido cómo ha surgido este fenómeno paralelo con los personajes de Luisita y Amelia?
Más que sorprendido, me ha emocionado. Nosotros vemos el éxito de Luimelia, pero es que hay muchas historias detrás de la serie. Hay una que me encanta recordar. A través de Twitter, nos contaron que una chica iba en el autobús y oyó como dos chicas estaban sentadas delante de ella. Una decía que no se atrevía decirle a su familia que era lesbiana y la otra le dijo: "¡Pero si tu madre de ve Amar! Dile que si Manolita lo entiende, ella lo tiene que entender. Manolita es su amiga y la ve todos los días. ¿Cómo no lo va a entender ella si Manolita lo entiende?". Y la chica le respondió: "Es verdad, se lo voy a decir". Como esas historias, cuántas chicas se habrán atrevido a contarle a sus familias su condición sexual. Además, cada vez los chavales jóvenes se definen menos y eso es muy positivo. En la época sí era muy importante y para mucha gente hoy lo sigue siendo. Para mí, eso es lo más bonito que ha pasado con Luimelia.
¿Cómo se imagina el final de la ficción? ¿Qué le gustaría para Manolita?
Mi imaginación es tan extensa como las de los guionistas. Pasar pueden pasar millones de cosas. Vamos a entrar en los años 80 y nos puede pasar de todo, más con la cantidad de hijos que tenemos. También por el posicionamiento de la mujer. Manolita siempre ha sido un ejemplo para sus hijos y ha luchado contra esa idea del patriarcado. Ella es una mujer que ha salido a trabajar fuera de casa, que ha luchado por sacarse el carnet de conducir, por sacar dinero sin el permiso de su marido, etc. A mí me encantaría hacer un episodio de la familia de El Asturiano en Benidorm. Que vayamos al Un, dos, tres y nos toque un viaje. Esas cosas que pasaban. Ver a la familia con esos bañadores de los años 80, las parteras, la tortilla de patatas, la playa, los niños... ¡Eso me gustaría mucho!
