Revolution es, esencialmente, el reciclaje de Lost (Perdidos). Y esto no debe entenderse como algo necesariamente negativo, solo como un hecho. Visto con perspectiva, el verdadero valor diferencial de Perdidos era su estilo narrativo. Son los saltos temporales, la alternancia entre personajes, la explicación retrospectiva de las motivaciones de cada uno. Podrían perfilarse mejor estos rasgo pero, en lo que nos ocupa, es suficiente.
Revolution plantea un desencadenante enorme, la energía eléctrica ha dejado de funcionar en todo el planeta; pero presenta sus consecuencias desde abajo, desde las motivaciones personales de un pequeño grupo de personajes. Las formas violentas que ha adoptado la sociedad resultante y lo novedoso de un mundo sin electricidad ofrecen un sinfín de posibilidades a la serie, que puede mostrar justificadamente un tren de vapor, una naturaleza desbordada y batallas con sables y espadas ("como piratas" bromea el malvado Monroe en uno de los episodios).
La tabula rasa de Revolution es muy similar a la de Perdidos, un entorno en el que todo esta por construir pero con resquicios para que la evolución de las micro-sociedades no sean tan lentas como en realidad serían: la escotilla de Perdidos es como los colgantes de Revolution, la esperanza de la vuelta a la civilización. Asimismo, gran parte del interés de ambas series está en comprobar, mediante la técnica del flashback, la evolución psicológica y funcional de los personajes crisis mediante (el accidente o el apagón). Resulta interesante en este sentido el personaje de Giancarlo Esposito (Tom Neville) que se corresponde bastante bien con el de Terry O'Quinn en Lost (John Locke). Ambos oficinistas reprimidos que viven la crisis más como una liberación que como un contratiempo.
Más allá de la meritoria adaptación, no hay demasiadas cosas que destaquen en la serie, tampoco para mal. Pocos actores ofrecen momentos notables y algunos detalles resultan exagerados; la vegetación, por ejemplo, se ha adueñado espontaneamente de las ciudades en apenas 15 años. Por lo demás, es una ficción entretenida y dinámica.
Revolution no ha inventado nada ni parece que sea la intención. Tampoco ofrece grandes lecciones pese al tono reflexivo que pueda sugerir la cabecera: "Vivíamos en un mundo eléctrico, confiamos en ello para todo y entonces la energía se fue. No estábamos preparados (...)". De revolución no tiene nada, es más bien la re-revolución, como decíamos, la insistencia en una manera de contar y entretener que fue verdaderamente revolucionaria hace no tanto, aunque el frenesí de los tiempos que vivimos lleve a pensar que 2010 es el pleistoceno). Lo cierto es que JJ Abrams ofreció suficiente en Perdidos como para concederle el derecho a revisitar su creación, ya sea por nostalgia, voluntad de perfeccionamiento o simple ánimo de lucro.
Nacho Chaparro.
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