Pesadilla en la cocina viajó este miércoles a Elche al rescate del Phoenix, una bocatería de la ciudad camino del caos, en el último programa de la temporada. Alberto Chicote se enfrentó así a uno de sus retos más complicados al encontrarse con un dueño con carácter, que lo recibió a insultos tras catar los principales platos de la carta.
"No soy un puto cocinero de mierda, mi trabajo siempre ha sido estar del otro lado. Estoy dando lo mejor de mí mismo. No estoy haciendo mi trabajo y me apaño lo mejor que puedo. ¡Yo fuera soy un crack, un crack!", le dijo Cristian al presentador en una agresividad que manifestó más tarde con patadas a las sillas, golpes a las mesas y manotazos.
"Sí que son resistentes los materiales", decía irónico Chicote, que no se asustó por el comportamiento del italiano. "Tenemos un negocio pequeño, que debería de ser muy sencillo, pero con personas muy inexpertas es complicado. Vamos a centrarnos y a sacarlo adelante", declaró el cocinero haciendo un análisis de la situación del restaurante.
Chicote decidió intercambiar los papeles del equipo y poner a Cristian en la sala. Sin embargo, la situación no mejoró y el coach decidió hacer una terapia de grupo con los dueños y empleados con el objetivo de solucionar sus diferencias. Acto seguido, procedió a la remodelación del Phoenix, al que le cambió también su menú principal. Y aunque en un primer momento la cosa no parecía mejorar, finalmente gracias a los consejos de Chicote, el servicio conseguía salir adelante.
"Cristian es una de esas personas que te sacan de quicio, pero si se centra, estoy seguro de que va a conseguir que el Phoenix resurja de sus cenizas definitivamente", concluía valorando Chicote, que se despedía así de los espectadores hasta la próxima temporada en La Sexta.