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Ania Iglesias, 18 años después del gran éxito de 'GH': "La subida es muy bonita pero la caída es jodida y se sufre en soledad"

  • ECOTEUVE.ES habla con la concursante de la primera edición del reality de Telecinco
  • "No me considero telebasura ni juguete roto. Soy un juguete reciclado", dice aludiendo a la obra de teatro que representa
  • "Kiko Hernández sigue teniendo resentimiento hacia mí porque nunca le he hecho la pelota"

Aunque ahora no lo parezca, una modelo vegetariana era un perfil llamativo en la televisión del año 2000. Ania Iglesias entró en el primer Gran Hermano como el bicho raro de la edición. Algunos la acusaban de ser un topo y sus compañeros de concurso tramaron un pacto para quitársela de en medio. Fue el cisma del concurso, pero lo consiguieron -Silvia e Israel truncaron en plan- y Ania llegó a la final. No ganó, pero salió disparada a la gran fama que llevaba años buscando de casting en casting. La subida fue apabullante. Luego vino la bajada. El efecto champán. "Lo pasé mal", confiesa a ECOTEUVE.ES.

Ese paso tan vertiginoso del anonimato a la gran popularidad o, mejor dicho, al revés ha inspirado Reciclando a un famoso, la obra de teatro que la vallisoletana protagoniza junto a Pepe Herrero (GH7) y que se representa en Madrid (Teatro Prosperidad) bajo la dirección de Alejandra Alloza.

Cómo recoger los cascotes de dos personas que han pasado por la "trituradora de la televisión", cómo superar el trauma que deja la fama repentina cuando se esfuma tan rápido como llegó, hace ahora justo 18 años. "No hablamos de GH, pero sí de esa popularidad rápida que desaparece de repente", aclara Ania, mítica habitante de la casa más famosa de la televisión.

¿Por qué habla de trituradora? ¿La obra es una crítica a la televisión?

No nos metemos con ningún formato, ni hablamos de GH. Nos referimos a lo que pasa cuando pasas por la trituradora de la televisión. Ya sea un reality o un presentador que en su momento lo tuvo todo y luego desapareció. Nosotros lo hemos experimentado porque la subida fue tan vertiginosa como la bajada.

En la final de su GH les enseñaron varios ejemplares de revistas donde aparecían ustedes, algo inédito hasta ese momento. ¿Nunca se imaginaron esa repercusión?

Nos extrañaba salir con titulares más grandes que Rociíto. Cuando se abrió la puerta y salí, pensaba que la gente que nos esperaba era figuración pagada. Tuvimos la enorme suerte de ser los primeros en vivir esa experiencia. Si yo hubiera sabido las dimensiones de lo que estaba ocurriendo, no hubiera hecho algunas gilipolleces que hice. O Jorge [Berrocal] no creo que hubiera hecho el numerito de la pierna. Un día en GH se me ocurrió decir el nombre y apellidos de mi padre y la gente lo buscó en la guía de teléfono y colapsaron el contestador.

Está claro que forman parte de la televisión de este país desde hace 18 años. 

También somos responsables del cambio de la televisión y que ahora sea un poco más... Bueno, a mí eso de la telebasura no me parece un concepto oportuno. Yo no me considero telebasura ni juguete roto. Me considero un juguete reciclado.

Ha dicho que son responsables de que la televisión ahora sea... ¿Cómo lo califica?

Se abrió un poco la veda al 'vale todo'. Está muy bien que unas personas anónimas puedan trascender mediáticamente, porque todos tenemos el mismo derecho que Rociíto, Kiko Rivera o Tamara Falcó. Si se hubiera quedado ahí, bien. Pero ahora todo vale: insultar, faltar el respeto... me da un poco de pena.

¿Y se siente responsable de eso?

Lo que he hecho es no alimentarlo. Estuve un año y medio en A tu lado (Telecinco) comentando GH desde el punto de vista del concurso, pero sin cruzar la línea del terreno personal de los participantes. Cuando esa línea empezó a tomar otro matiz, cuando entró Kiko Hernández sobre todo, y se estableció otra línea editorial, ni yo me veía ni ellos me veían. Me decían: 'Vas a acabar en La 2 con los ñus...'

Entiendo que con Kiko no tiene buena relación.

Él todavía tiene mucho resentimiento hacia mí. Chocábamos en el carácter. Si recordamos los inicios de Kiko en la tele, su mensaje era directamente el insulto, sin ningún contenido. Ahora le veo más moderado y con más argumentos. Me hace gracia porque yo no le tengo ninguna animadversión, pero sé que él a mí sí, y es curioso.

¿Y por qué cree que él le tiene animadversión?

No lo sé. Creo que es porque nunca he comulgado con él. No le hago la pelota. Si le hubiera reído más las gracias, como lo hizo Marta López u otra gente... No lo sé.

Yo no entro al juego de nadie. Y si juego, juego a lo grande. Yo me meto en GH por 20 millones, no juego al Parchís. Y si tengo que seguir el juego a alguien y 'prostituir mi identidad' lo hago de verdad y para algo que valga de verdad la pena. Lo que yo quería cuando entré en GH era darme a conocer para tener un trabajo concreto, no para estar ahí hablando de la reina Letizia. En cualquier caso, que cada uno haga lo que le dé la gana.

¿Se arrepiente de haber participado en GH?

No. Porque me lo pasé en grande. Porque tú me estás haciendo la entrevista por eso -si no hubiera entrado ahí seguramente no estaríamos hablando ahora-. Y porque cuando salí, además, tuve unas oportunidades importantes y he conocido a mucha gente de nivel.

¿Lamenta haber quedado encasillada en concursante de GH?

Al entrar en GH, yo cogí un atajo después de haber ido a muchos castings. Había trabajado como actriz y como modelo. Aunque fuera modelo de Carrefour, qué pasa. Pero llegó un momento que dije: 'Yo quiero ser una tía conocida. Estoy harta, aquí no vale el talento, vale la suerte'. Y de todo lo que me propusieron, lo más lícito fue esto.

¿Se lo propusieron directamente o se apuntó al casting?

Antes de GH participé en un debate sobre el culto al cuerpo, casi de rebote porque se lo propusieron a una amiga que no pudo hacerlo. Meses después, me llamaron porque iban a hacer un programa nuevo [GH]. Me pilló en un momento delicado, me estaban dejando de llamar de cosas de modelo y no sabía por dónde encaminar mi carrera. Y me lancé. Para mí era un casting más, pero yo fui a por todas, como siempre, y al final me eligieron. A mis padres se lo dije dos días antes. 

¿Qué diría a alguien que está a punto de exponerse a una fama brutal, como la que usted consiguió?

Lo primero es que vengan a ver 'Reciclando un famoso'. La obra de teatro es precisamente esto. Uno de los personajes es de las que se piensa que habría un antes y un después, que te cambiar la vida... En algunas cosas sí, pero en otras no. Se paga un peaje y yo lo sabía. 

¿Cómo se recicla a un famoso?

En la obra soy una coach y doy las pautas de cómo matar al personaje que te han creado y recuperar a la persona. En la obra, en lo profesional parezco una tía con éxito, pero en lo personal soy un fracaso en el tema amoroso. Y sigo queriendo estar ahí y me vuelvo a presentar a un casting.

Eso es el reflejo de todos los famosos. Aunque digan lo contrario, siempre quieren seguir en la cresta de la ola.

Claro. ¿Y qué es lo que pasa cuando se apaga el foco? Yo sé casos concretos de gente que lo ha pasado realmente mal.

¿Usted lo pasó muy mal? ¿Llegó a ir a un psicólogo?

He ido al psicólogo, pero no por este tema. Como te desajustas con otros asuntos, como yo con la comida, pues sí he ido. Pero no puedo echar la culpa a la fama porque sería ridículo. Yo ya tenía un problema antes. Cuando se apagó el foco y no contaban conmigo, lo pasé muy mal. Además, no me interesaba cualquier cosa, no quería hacer bolos de discoteca o cosas que a los mánagers sí les hubiera gustado, porque ganaban dinero. 

¿Cómo vivió ese momento?

No sabía por dónde ir. El hecho de pasar de anónima a famosa tan rápido te cambia la identidad. ¿Y luego? Otra vez para abajo. Y eso ocurre en un año y medio de tu vida. Demasiado bien estamos... El proceso de subida es muy bonito. El de bajada es más jodido y lo vives en soledad. Ahí encuentras a tus amigos de verdad. Yo he estado enferma y no me ha llamado nadie de los que me llamaban cuando era famosa. Pero está bien que ocurra eso, porque resitúas a las personas.

Por lo que dice, ¿está más contenta de los pequeños pasos que ha dado después de GH que del éxito que cosechó gracias al programa?

Mi banco no opina eso (risas).

Usted ha sido la que ha renunciado a dinero por negarse a algunas cosas...

Sí, me han ofrecido cantidades grandes y está muy bien y comprendo a quien lo hace. Pero mi carácter es otro y no me gusta, por ejemplo, que mi familia tenga que padecer cosas por mi culpa.

¿Mantiene contacto con sus compañeros de GH?

Sí, con la mayoría. Menos gente que por alguna razon no quiere estar. Tenemos un grupo de WhatsApp y hemos pensado en hacer una quedada con motivo de los 18 años.

¿Cómo se llama el grupo?

[Lo mira] Gran Hermano "Original".

¿Están todos o falta gente?

Falta gente, porque hay quien está más desvinculado, pero no porque haya malos rollos. Por ejemplo, María José [Galera] no está. Está Jorge, no sé, igual no sería buena combinación... Israel tampoco está y Koldo estuvo pero se fue. Vanessa y Nacho tampoco están. A Ismael, Iván y Jorge hay que saberlos llevar (risas) con sus cosas. Marina y Mónica no sé si están, al menos no son activas.

Pero siempre estamos en contacto, nos preguntamos cuando tenemos malos momentos, nos preocupamos... Con Iván, por ejemplo, tengo mucho contacto. Nos llevamos muy bien.

Su imagen saliendo de GH permanece en la retina de muchos. ¿Dónde está aquel vestido rosa que llevaba en muchas de las galas del programa?

Se subastó en un Telemaratón de Hermida. Lo compró un señor para su hija de 15 años. Era un vestido que me había valido 7.000 pesetas y es un vestido fetiche de la televisión.

¿Iría a Supervivientes?

Sí, pero ahora mis objetivos son otros. Saber lo que soy capaz de hacer, ponerme a prueba yo misma y saber si podría tener una estrategia para ganar... Y también me interesa el tema de la supervivencia.

Así es 'Reciclando a un famoso'

Ania Iglesias y Pepe Herrero deciden montar una agencia dedicada a la recuperación y reciclaje de los muchos juguetes rotos de la televisión y de la fama procedentes de concursos, presentadores que tuvieron su momento, deportistas, políticos...

En lo laboral, los protagonistas desarrollan con éxito sus proyectos, pero en lo personal son víctimas de los síndromes post-fama y otras miserias que viven día a día.

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