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Carlos Sobera y el 'staff' de 'First Dates' se emocionan al desvelar el mejor momento vivido en el programa

  • El dating de Cuatro celebra este martes con un especial sus dos años en emisión

El restaurante del amor de First Dates acaba de cumplir dos años desde que abriera sus puertas, por lo que el equipo del programa ha abierto el baúl de los recuerdos para rememorar los momentos más emotivos que han vivido entre sus cuatro paredes. 

"Recuerdo cuando llegó la primera persona mayor al programa", comenta Carlos Sobera acerca de Ana María, una señora muy bien puesta a la que se le notaba que era de ciudad, muy urbanita. El acompañante de la mujer, Eladio, "no era urbanita, era más bien como yo, de pueblo". Sobera reconoce que le encantó la reacción de Ana María cuando vio por primera vez a su pareja: "Según lo vio, se dirigió a mí y me dijo que no le gustaba agitando la cabeza, y eso me encantó".

Yulia Demoss, por su parte, confiesa que el momento más especial que ha vivido en su trabajo fue el día de su cita. Y es que aunque no consiguió conectar con su acompañante, guarda recuerdo muy bonito junto a sus compañeros: "Todo el equipo, todos mis amigos vinieron a darme su apoyo mientras estábamos cenando, y en ese momento les confesé que eran mi familia", recuerda la joven. "Lidia y yo nos emocionamos y fue muy bonito".

Las gemelas han comentado el momento en que Florencio, vecino de su pueblo, acudió al programa para encontrar el amor, aunque no tuvo mucha suerte: "Se había volcado todo el pueblo para ayudar a este señor, lo disfrutamos mucho y fue muy bonito".

Matías ha querido contar el momento más melancólico que ha vivido, cuando acudió al programa una mujer que procedía de Córdoba, la localidad argentina de donde él procede: "Eso te mueve mucho por dentro, son muchos recuerdos, porque hace ya unos años que no voy a Argentina, además ella me recordaba mucho a mi madre", asegura.

Por último, Lidia Torrent ha confesado que para ella, la cita de síndrome de Down fue el momento más emotivo, ya que fue la encargada de servir a los comensales: "Tenía mucho que aprender de ellos, desde el minuto cero estaban nerviosos y se dieron la mano, no había límite, era bonito porque aman sin miedo a qué pensará el otro".

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