Creíamos que estábamos libres de grandes catástrofes hasta que el coronavirus nos metió en casa hace dos semana (y las que quedan) bajo un estado de alarma sin precedentes mientras crece el número de contagiados y los muertos se acumulan. Nadie lo supo ver, a pesar de las pistas de China, ni siquiera cuando llegó a Italia.
El coronavirus está poniendo a prueba la capacidad de reacción de medio mundo, aunque las respuestas no son coordinadas. "Estamos siendo atacados como especie y no somos capaces de entenderlo", reflexiona Iñaki Gabilondo en conversación con ECOTEUVE.ES. "Los Gobiernos están respondiendo en clave nacional", lamenta el comunicador. "Todos se han equivocado por mirar el mundo desde su rincón y pensar que esto solo les pasaba a los demás".
El periodista analiza esta noche (22.00, en #0, de Movistar) las consecuencias de la pandemia y tratará de entender cómo será el mundo después. En Volver para ser otros, Gabilondo contará con las perspectivas de expertos en distintas materias, como el pensador Nuccio Ordine, los economistas Antón Costa y Olga Cantó, el matemático Juan Ignacio Crespo, el antropólogo Eudald Carbonell, o el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete.
"Después de esto, tengo la impresión de que se va a alterar el orden de valores", analiza Gabilondo. "A partir de ahora, todos vamos a tener que estar de acuerdo en la conveniencia de unas cuantas cosas, independientemente de la postura política de cada uno, como la importancia de un estado social fuerte, la ciencia o la investigación".
¿Deberíamos despedirnos del mundo tal y como lo hemos vivido hasta ahora?
Cuando salgamos de aquí no vamos a volver donde estábamos cuando entramos, eso está claro. Y el proceso va a ser largo. No creo que vaya a haber un 'mañana' en el que salgamos todos a la calle de golpe. Esto va a colear durante tiempo y, después de la guerra, habrá una posguerra.
¿Qué va a cambiar tras el coronavirus?
Tengo la impresión de que se va a alterar el orden de valores. No digo que dejemos de tener intereses materiales, ilusiones o ganas de prosperar, pero sí considero que habrá elementos que tendremos que considerar preideológicos. Es decir, todos vamos a tener que estar de acuerdo en la conveniencia de unas cuantas cosas, independientemente de la postura política de cada uno. Por ejemplo, que un Estado, para ser fuerte, tendrá que ser socialmente fuerte, así como la importancia de la ciencia, la educación o la investigación.
¿Cree que el mundo está afrontando de manera correcta esta situación?
Decimos que el virus no tiene ideología ni fronteras, pero se nos ha olvidado que estamos siendo atacados como especie y no somos capaces de entenderlo de esta manera. En vez de unirse todos los laboratorios para encontrar una vacuna, seguimos mirándolo todo en clave nacional.
Algunos plantean si esto va a hacer daño a la idea de la globalización y creen que va a potenciar los nacionalismos. Pero, quizá, no deberíamos sustituir la globalización por una nacionalización: lo mejor sería una reglobalización con una mirada más amplia, planetaria. Formamos parte de la misma especie y, nacionalidades e ideologías a un lado, todos tenemos que estar de acuerdo en una serie de cosas de corte científico y social.
España pensó que lo de China quedaba lejos y ni siquiera vio que lo que ocurría en Italia pudiera llegar aquí...
Esa es la prueba de que prima la mirada nacional y que no escarmentamos en cabeza ajena. Ni Italia miró a China, ni España a Italia, ni Francia a España... Mientras, Bolsonaro sigue diciendo que esto es un catarrito.
Lo del catarro también se escuchaba en España. ¿Fue falta de previsión o autoengaño?
El autoengaño se lo están reprochando ahora a todos. Nuestro Gobierno cometió un error de bulto, extraordinario, Boris Johnson también, Le Monde acaba de hacer un artículo brutal contra Macron por no ver lo que pasaba en España... Nosotros no vimos lo que pasaba en Italia. Todos se han equivocado por mirar el mundo desde su rincón y pensar que esto solo les pasaba a los demás. En el caso de España es clamoroso y ya nadie lo puede discutir. Pero les está pasando a todos los países: EEUU, Alemania, Holanda...Hay una miradas muy opacas y esto pasará factura política.
¿Cuál ha sido el principal error de España?
El tipo de error que han cometido todos. Infravalorar los hechos, equivocarse olímpicamente de las cosas, atender las recomendaciones sanitarias que hacían más gustito en la oreja y desatender las que hacían menos gustito... El Gobierno español tenía información de la OMS que le advertía, aunque no con una rotundidad tan apabullante como lo ha hecho después, pero lo advertía. Y, aquí, tenía expertos que le decía que no había que preocuparse tanto... De las señales que le llegaban, eligió las que le parecían más consoladoras o tranquilizadoras y no estaba viendo lo que pasaba en Italia.
¿Cómo calificarías el comportamiento de los medios de comunicación? Unos llamaban a la calma y otros parecían alarmistas.
Sí. Y ahora hay medios que ya están librando la batalla post política, que yo creo que hay que dejarla para cuando esto termine.
Yo también me equivoqué, lo he dicho y lo diré 40 veces, porque entendía que no era para tanto. Me confundí claramente mientras otros decían que iba a ser gordo. Pero nadie decía que pudiera ser tan gordo como para anular su propia vida: fueron al fútbol, a la concentración de Vox, a la manifestación... ni los que alertaron mejor pudieron imaginar las proporciones de la catástrofe.
¿Qué supone esta crisis para una generación que creía que estaba libre de grandes guerras y catástrofes? ¿Es un antes y un después?
Esto una calamidad bíblica y la sociedad lo ve con un estupor porque es una fuerte sacudida para todos. No nos imaginábamos que íbamos a vivir una catástrofe así. Y esto marcará a la sociedad.
Yo, sobre todo, pienso en los más mayores, en los ancianos, que han vivido una guerra, posguerra, dictadura, luego disfrutaron de una cierta prosperidad y, de pronto, llegó la crisis de 2008 y con su pensión ayudaron a toda su familia. Y, ahora, llega esto y les tira prácticamente a la basura. Es una auténtica crueldad.