La entrevista, concertada la misma noche electoral de las generales tras la rotunda victoria de Pedro Sánchez, se aplaza en varias ocasiones y tiene que ser actualizada telefónicamente una vez más en la tarde del jueves, por el enredo entre la presidenta del Congreso y el Supremo por la suspensión de los políticos presos.
La entrevista -concertada para hacerla coincidir con el comité federal de su partido del fin de semana- se celebra en su despacho del toledano Palacio de Fuensalida, remodelado para darle un aire de modernidad que "no recuerde en nada a la Cospedal". Durante el encuentro, salta la noticia de la dimisión de quien fuera su predecesora y aunque dice que no se alegra porque personalmente no le desea mal a nadie, sí se lamenta de que la imagen de su tierra se vea manchada por malas prácticas políticas.
Emiliano García-Page (Toledo, 1968) es consciente de que haber recuperado para el PSOE su feudo de Castilla-La Mancha, y la debilidad de sus adversarios del PP, le ha devuelto la aureola del ganador y sigue siendo uno de los barones más influyentes, cuya voz debe ser escuchada en los conciliábulos de Ferraz.
Es un socialista moderado, joven y preparado (licenciado en Derecho) y con amplia experiencia tanto a nivel orgánico (secretario general de los socialistas de CLM) como institucional (concejal, consejero de varios Departamentos, vicepresidente y presidente del Gobierno autónomo, alcalde y senador). A su abuelo materno lo encarcelaron los nacionales y al "Page lo fusilaron los rojos por vivir al lado de un fraile", como recuerda cuando se habla de la tensión que se vive en torno a la figura del dictador y la forma en que se hizo la Transición.
Dice que otoño de 2019 sería una fecha ideal para las elecciones generales; que el Gobierno no puede agarrarse al puesto a cualquier precio, ni lo hará; que la subida del SMI fue una medida de fuerza de Podemos; y que hablar de indultos para los independentistas es alentar la barra libre.