El Grupo Godó ha contratado a la consultora PricewaterhouseCoopers (PWC) para reestructurar un conglomerado de empresas cuyo buque insignia es el diario La Vanguardia. El propietario y presidente del grupo de comunicación, Javier Godó, está muy preocupado por la pérdida de rentabilidad tanto de algunas de sus filiales como por el alarmante descenso de las ventas del diario en quiosco y el estancamiento del número de usuarios únicos en Internet.
Según fuentes cercanas al diario, uno de los objetivos de la reestructuración será redefinir y, en la medida de lo posible, integrar las redacciones que La Vanguardia tiene para elaborar el diario en papel y su página web. En su día, Godó optó por crear una empresa paralela para desarrollar la web y de esta forma ahorrarse costes de personal, ya que la plantilla de Internet no podría acogerse a la escala salarial del diario, mucho más elevada.
La llegada de los consultores de PWC ha causado alarma entre los trabajadores del centenario rotativo barcelonés, ya que esta consultora se ha encargado de, entre otros trabajos, la reestructuración que se realizó en TV3 y Catalunya Ràdio y que se cerró con un ajuste de 225 personas. PWC también fue la encargada de diseñar el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que se realizó el año pasado en la radio y televisión valenciana Canal 9, que afectó a un millar de personas, aunque luego fue anulado por el Tribunal Superior de Justicia de Valencia y conllevó el cierre de la emisora pública.
Por el momento, los consultores están analizando las tareas que desempeñan los profesionales de las diferentes redacciones del grupo de televisión, prensa y radio y la dinámica de funcionamiento de las mismas para, en un plazo todavía indeterminado, realizar una propuesta a la propiedad.
El desembarco de la consultora coincide con la destitución de José Antich como director de La Vanguardia después de 13 años en el cargo y el previsible abandono de la línea editorial independentista. El conde de Godó ha situado a Màrius Carol, periodista de su confianza especializado en la Zarzuela, al frente de su buque insignia con el objetivo de desmarcarse del proyecto soberanista de Artur Mas, hacer un llamamiento a la moderación y tratar de recuperar su peso e influencia en la sociedad catalana, donde lleva perdiendo ventas a pasos agigantados desde 2011. Ese año, el grupo lanzó la edición de La Vanguardia en catalán promovida por la Generalitat con una subvención de 6,25 millones de euros (cinco millones para ampliar la imprenta y otros 1,25 millones por editar en catalán).
Aunque el descenso de la venta en quiosco se inició mucho antes con la llegada de Internet (donde según los datos de ComScore está estancado en unos 3,9 millones de usuarios únicos en todos sus sites), en los últimos dos años la desafección de sus lectores tradicionales se ha multiplicado. En mayo de 2011, cuando salió a la venta la primera edición en catalán, La Vanguardia vendió 74.419 ejemplares, dos años después, en mayo de 2013, sólo vendió 45.458 periódicos, lo que implica una caída del 38,8 por ciento.
La tendencia descendente se ha mantenido a lo largo de todo el año y en octubre vendió 43.927 ejemplares, un 21,25 por ciento menos que en el mismo mes de 2012. Con respecto a octubre de 2011, la compra en quiosco se ha hundido un 31 por ciento y frente a 2010 se ha reducido a la mitad. La difusión también ha caído, pero a un ritmo menor debido a las compras en bloque que realizaba la Generalitat (el diario estaba disponible en Rodalies Renfe).
Así, pese al descenso de la ventas y del mercado de la publicidad, La Vanguardia se mantuvo en beneficios en 2011 y 2012. La subvenciones del Gobierno de Mas ayudaron a mantener las cuentas, pero de cara a 2013 éstas se han reducido casi a la mitad.